En la noche pequeña y fría, el aire acarrea suspiros y pensamientos nunca rebelados, caracoles lentos y callados, borran las huellas de recuerdos tristes.
Las hierbas húmedas mecen su larga cabellera verde, acariciadas tiernamente por el vientecillo frío, la mirada titilante de las estrellas muertas, agoniza sin lamentos, mientras la vida efímera de otros seres menos brillantes, sigue adelante con anodino destino.
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