Las quejas forman parte de la letra de la canción universal que se canta en todos los idiomas, la queja tiene la finalidad de cargar a otro con "la culpa". La queja tiene la engañosa propiedad, de hacernos sentir libres de la responsabilidad que tenemos en lo que nos sucede día a día, momento a momento.
Quejarnos es como un exorcismo que nos libera, de la tarea de "asumirnos", en toda la inmensa extensión que abarca el significado de esta palabra, una especie de ritual institucionalizada y bien "visto", aunque paradójicamente para practicarlo hay que estar ciegos, privados de la aguda vista del alma, esa que nos permite despojarnos del orgullo y los falsos valores, y nos hace entregarnos a la responsabilidad total de nuestros actos.
Voy a repetir mucho, "Rompamos los viejos paradigmas", la queja no consuela, la queja no nos absuelve de la auto responsabilidad, la queja no nos hace más inocentes con respecto a lo que nos está sucediendo. La queja es una especie de placebo, una cura pasajera, con efectos secundarios, como la adicción, la adicción a la placentera sensación que nos queda, cuando sentimos que lo que ha sucedido es culpa del otro.
La queja solo retrasa lo inminente.Que tenemos que hacernos responsables de nosotros mismos, ser conscientes de que nuestros actos también afectan a terceros, y que en cada situación tenemos la libertad de escoger como queremos sentirnos, y que queremos hacer. Decidir sin responsabilizar a los demás del resultado de nuestras acciones, arriesgarnos a ser libres y tomar nuestras decisiones con todo lo que ello conlleve,sin culpar a nadie, es una de las grandes aventuras que no podemos perdernos ! .
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