La simplicidad y funcionalidad, otorgan belleza y armonía desde la sencillez, a todo aquello en lo que
se apliquen sus principios básicos. En la decoración, la construcción, la alta costura, y un largo etc que incluye a la vida misma.
La naturaleza es la representación por antonomasia de la armonía, la sencillez y la funcionalidad. La prueba de su infalible combinación está acreditada, por el perfecto equilibrio en que se mantiene,mientras el hombre no interfiere en sus procesos.
Todo se mantiene en equilibrio, y la perfección existe hasta en aquello, que ante nuestra corta visión aparenta ser imperfecto, pasamos por alto millones de muestras maravillosas de la naturaleza, porque nuestro ojo se acostumbra a ellas, y nuestra mente se abotarga con el ruido incesante de las imágenes, y las promesas que nos ofrece la publicidad del hombre, sobre una vida perfecta.
Y es que la perfección no está en la mano del hombre, somos meros imitadores de la magnificencia que, ya estaba aquí antes que nosotros, disfrutamos del irresponsable usufructo de la riqueza del planeta, y de manera insensata lo agotamos poco a poco. No inventamos nada, solo descubrimos maravillas que ya estaban aquí, y las copiamos, las sintetizamos en productos sin alma ni vida, producimos en serie, contaminamos. El hombre trata de crear, inspirado por la arrogancia y la ambición, no a través del amor ni por amor, nos cuesta mantener las cosas a un nivel de sencillez, donde ella pueda fructificarse en miles de maravillosas bondades que den alegría.
Nos interesa tener una casa llena de objetos caros o a la moda, y luego anhelamos en silencio el hogar cálido que nos acoja en momentos duros, inducimos a nuestros hijos a que su parámetro de búsqueda más importante, para escoger una carrera u oficio sean que le de dinero y "status", luego nos preguntaremos, por qué no son felices con esa carrera que les permite acceder a tantos bienes materiales, y tal vez sea porque no está trabajando desde su talento único, ese que le hace especial, y es que cuando lo hacemos, trabajamos desde el placer y ello nos genera felicidad, de lo contrario, nuestra vida laboral se convierte en una carrera de fondo que genera bienes materiales, pero no el verdadero bienestar interior, ese que nos da felicidad, paz profunda, y nos hace brillar con luz propia.
Permitamos que los principios naturales de la madre tierra reinen en nuestras vidas, sintamos su latido acompasado con nuestra respiración, disfrutemos de su grata calidez en todas nuestras obras, observemos todo lo que nos rodea y a nosotros mismos, con los ojos del alma , ya que nuestros ojos solo verán la realidad creada desde nuestro Ego o nuestro Corazón.
Actuemos con sencillez y humildad y nos sorprenderemos de la gracia y elegancia que desprenderemos en cada uno de nuestros movimientos, porque la naturaleza nada pretende en si misma, y aún así es un portento que siempre nos deslumbra.
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