Nuestra sociedad padece día a día bajo las crueles leyes económicas, aceptamos una forma de vida

impuestas con una fuerza silenciosa y devastadora, en la cual se nos imponen leyes obsoletas y absurdas que acatamos como si de animales indefensos que van al matadero se tratase, sufrimos una represión constante y soterrada, pegada a la trama del sistema de los gobiernos como la mugre entre las hebras de una vieja moqueta.
El sistema en su totalidad solo persigue mantenernos en la cadena de producción para beneficio de un porcentaje ridiculo en comparación al otro que es sacrificado para que estos vivan a cuerpo de rey, sumergidos en una abundancia que podría dar de comer a millones y millones de seres, que luchan sometidos a la más sórdida pobreza, así como lo hicieron sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, y lo harán sus hijos, sus nietos, bisnietos, y tataranietos hasta el final de sus días.
Y lo peor es que no solo callamos, y pasamos la vida aceptando el abuso de infinidad de instituciones que en complicidad con nuestros gobiernos corruptos elegidos por nosotros mismos y mantenidos allí por nuestro alienante miedo, nos despojan de nuestro dinero, nuestros derechos y la preciada libertad con la que nace cada hombre y que le pertenece de manera legitima, también educamos a nuestros hijos para que vean el sistema como algo natural, y no se opongan, por el contrario se les imprime la idea de que todo debe seguir como siempre, ya que cualquier cambio podría empeorar las cosas.
No solo nos condena nuestro silencio, hay algo aún peor y más tenebroso, y es el seguir creyendo que debemos "educar" a nuestros hijos para que obedezcan, y sigan reglas establecidas desde antaño, que son el precinto de una mente apocada que jamás se atreverá a rebelarse. Vendamos sus ojos con viejas costumbres que por ser repetidas durante cientos de años parecen ser ciertas, más solo son eso una vil repetición de actos que como un mantra maligno nos mantiene aletargados diciendo si a todo lo que nos impone una élite corrompida por el egoísmo.
La llave que silenciosamente girará abriendo la puerta hacia la Libertad, serán los hombres y mujeres que por padres amorosos sean enseñados a no dar nada por sentado aunque se lo diga su propia familia, ellos deben poner en duda lo que se les enseña, deben razonar todo y así como los grandes de la historia, investigar, contrastar, estudiar, dudar, y buscar caminos medios, ellos deben deslastrarse del negro manto del prejuicio y la ignorancia, avanzando siempre en pos de la pureza del conocimiento, la ética y la moral.
Enseñar a los hijos a que hagan sus propias búsquedas de la verdad, y no den por sentado que todo lo que la sociedad les inculca es lo que deben seguir haciendo, es el secreto de la construcción de una sociedad menos corrupta, más justa , porque esta justicia vendrá de la fuerza pura que representa la rebeldía de buscar con inteligencia respuestas, y no aceptar sin razonar antes, cualquier cosa que se nos quiera imponer, bajo la excusa de las tradiciones, educación y demás triquiñuelas que hasta ahora han gobernado a nuestra sociedad.
Nuestros hijos deben ser enseñados a pensar por si mismos en otros caminos, y no temer caminarlos, deben ser enseñados a no temer salirse del sistema, a ser combativos, creativos, curiosos y no prejuiciosos, a discutir escuchando activamente a su interlocutor y antagonista, con la finalidad siempre de aprender uno del otro y hacerse más sabios para a través de la unión y las alianzas, mejorar y hacer de este mundo nuestro un lugar más amable, compasivo y seguro para todos.
Debemos tratar con amor y respeto a nuestros hijos, escucharles atentamente y alentarles de manera solicita a asumir riesgos garantizandoles nuestro apoyo incondicional, e incansablemente animarles a vivir con intensidad e ilusionarse. Si somos una firme piedra de apoyo para los nuestros, estaremos siendo parte de la construcción de una realidad maravillosa a través del aporte que representarán estos hijos llenos de seguridad, valientes y con un corazón inclinado a la compasión. Recordemos siempre que el hombre que es criado rodeado de amor, justicia y libertad desde su más tierna edad, llevará dentro de si una semilla que al germinar solo podrá dar dulces frutos que alimentaran a los demás.
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